viernes, 27 de noviembre de 2009

De estrellas y soles

La gastronomía está de enhorabuena. Se acaban de entregar las estrellas de la Guía Michelín y al éxito del Celler de Can Roca que ha conseguido su tercera estrella, hay que sumar que los grandes chefs españoles han mantenido sus estrellas. En un nivel más cercano hay que decir que la provincia de León cuenta con una estrella más y que, en total, ya son siete las estrellas Michelín que atesora Castilla y León.


No sé ustedes pero yo hecho de menos una estrella Michelín en Burgos. No voy a ser yo quien diga a los responsables de la Guía a quién o a quiénes deben dar estas distinciones. Todos sabemos que los cocineros buenos de Burgos son muy buenos y no voy a dar nombres porque ya conocen ustedes mis preferencias de capítulos anteriores de este este blog. Cuando veo que no tenemos estrellas es cuando me empiezan a bailar verdades asumidas hasta ahora. Yo considero, al igual que muchos, que la gastronomía burgalesa está a buen nivel, entonces ¿por qué no merecemos estos galardones?, ¿tenemos sobre valorada nuestra cocina?. Yo creo que no. Los cocineros burgaleses están haciendo un trabajo del que muy pocos nos hacemos eco, pero es un buen trabajo encaminado a satisfacer los paladares más exigentes. Supongo que el secreto está en seguir el camino que han emprendido y, algún día, uno de estos profesionales, estará sentado al lado de los dioses del olimpo gastronómico.

Mientras esto sucede, imagino que nuestros cocineros seguirán trabajando en mejorar sus ofertas y en innovar con los productos de la tierra y los foráneos. Yo propongo otros galardones para los cocineros de Burgos, no las estrellas, sino los soles porque quien trabaja en el sector de la restauración se merece un premio que asemeje al sol que da luz y vida porque ellos, nuestros cocineros, nos dan luz y vida con cada buena creación. Para mí, los soles estarían repartidos por gran parte de la geografía burgalesa, alguno incluso tendría hasta cuatro de estos luminosos premios. Voy a madurar la idea y, tal vez, el día menos pensado, me dedique a publicar quién se merece más soles en el universo de la cocina de Burgos .

jueves, 19 de noviembre de 2009

La merluza

He de confesar que disfruto comiendo. Me gustan las legumbres, carnes, pescados, un par de huevos fritos con chorizo… En definitiva, algunos de los pequeños lujos que me concedo tienen que ver con la gastronomía. Pero cuando realmente gozo es cuando tengo ante mí un buen pescado. La lubina, si es salvaje mejor, la merluza en todas sus variantes, el salmón y el rape son mis pescados de cabecera, aunque no hago ascos a los espetos de sardinas tomadas a orillas del mar cuando viajo al Sur. El pescado es delicado, suave al paladar y, en la mayoría de las ocasiones, no necesita estar acompañado de mucha parafernalia para poder disfrutar de su sabor.


Hace pocos días tuve una experiencia gastronómica como pocas veces he tenido en mi vida. El Vallés, en Briviesca, fue el lugar en el que mi paladar vivió un momento que tardará en olvidar. Tenía referencias que me hablaban muy bien de los pescados que se podían comer aquí y tuve la suerte de probar su reconocida merluza que, como apellido, lleva el nombre de este restaurante. Sencillamente, me enamoré. Sí, reconozco que desde que probé esa merluza, sólo pienso en volver a encontrar el momento de catar otro bocado de ese delicioso manjar. Esa merluza, cuyo secreto de elaboración aplica con magistral armonía Miguel Cobo, es jugosa, suave, tierna y guarda todo el sabor de este pescado. Lógicamente hay que tener muy buena materia prima para poder crear un plato tan sencillo y, al mismo tiempo, tan emocionante. Espero que, si la prueban, tengan las mismas sensaciones que tuve yo en su momento.


Me alegró comprobar cómo un cocinero tan joven, tiene tantas ganas de trabajar y de mantener la tradición gastronómica que ha heredado, añadiendo toques personales llenos de innovación con el único objetivo de agradar y sorprender. En este sentido, sigue la estela de otros cocineros que, desde sus cocinas, intentan traer las nuevas tendencias gastronómicas a Burgos, sin olvidar que vivimos en una tierra con una tradición que pesa mucho en el estómago.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Menú de cine

Este viernes llega a las salas de cine españolas un película que, en Estados Unidos, ha despertado el interés por la gastronomía: “Julie y Julia”. No voy a destripar aquí el guión, pero les aseguro que yo voy a dejar mis monedas en la taquilla para poder disfrutar de esta película protagonizada por Meryl Streep.

“Julie y Julia” no es la primera incursión del séptimo arte en el mundo de la gastronomía. Desde siempre, el cine ha aprovechado los recursos que ofrece el arte culinario para ofrecer escenas que transcurren en restaurantes o en sus cocinas. Sin ir más lejos, títulos como “Sin reservas” o “Dieta Mediterránea” transcurren en un escenario fácilmente reconocible para los cocineros profesionales. El vino también ha sido protagonista en la oscarizada “Entre Copas” se dio a conocer a una parte del público el gusto por beber buen vino. Dejo a un lado “Falcon Crest” aunque también acercó al gran público los entresijos, según los guionistas, de la vida en una gran bodega.

Algún día, me gustaría ver en el cine la biografía y el trabajo de alguno de los grandes cocineros españoles. Ahora que les voy conociendo, muchos de ellos podrían ser los protagonistas de un buen guión. Más trabajo me cuesta relacionar sus personajes con los actores que les podrían interpretar, para Ferrán Adrià propondría a Juan Echanove o Gonzalo de Castro, el primero de ellos es un reconocido aficionado a la buena mesa; en el caso de Martín Berasategui su personaje podría estar interpretado por Imanol Arias, a karlos Arguiñano le pondría a karra Elejalde, en el caso de Carme Ruscalleda, apuesto por Blanca Portillo y para Andoni Luis Adúriz, Juan Diego Botto. Ya puestos a imaginar, me gustan Amenábar o Daniel Monzón como directores. En fin, es una idea, aunque tal vez encamine mis pasos hacia el guión cinematográfico. Tiembla Almodóvar.