lunes, 30 de mayo de 2011

Del trabajo en equipo

La semana pasada vio la luz el trabajo de muchos meses. El libro “Cocina burgalesa actual 2011-2012” se puso de largo en un acto al que no quiso faltar nadie. Ya sé que ese día se habló de la importancia del libro, de lo que supone para la cocina burgalesa y de la originalidad de combinar el arte culinario con las artes plásticas. Pero si me permiten mis queridos lectores yo quiero hablar, en este blog, del trabajo que se ha realizado para sacar adelante esta publicación.

“Cocina Burgalesa Actual 2011-2012” es un trabajo de un grupo de personas comprometidas y amantes de sus respectivas profesiones. Los cabeza de lista son Javier Abril y Javier Cano, pero también han estado presentes Manuel y Olga Labrado, Cristina Martínez, José Mª Riaño, quien les escribe y todos aquellos que se sumaron después al proyecto, como Marta Manrique y Vanesa, y que han trabajado denodadamente porque este libro viera la luz. A lo largo de los meses en los que hemos estado inmersos en este libro, hemos dejado de lado nuestro tiempo libre para dedicárselo a la gestión, fotografía, maquetación o textos que iban a conformar estas páginas que, ya sé, están gustando a muchos. Han sido arduas semanas de citas, entrevistas, fotos y horas pasadas delante de un ordenador para intentar que la composición de todos los detalles fuera la mejor.

No es cuestión de halagar en exceso este trabajo pero nunca se ha hecho una publicación igual en Burgos que reuniera tanto talento dentro y fuera de los fogones: con sartenes y cacerolas, con pinceles y cinceles, con agujas…En definitiva, un trabajo que demuestra la calidad creativa que contiene esta provincia.

El resultado merece la pena. Se trata de un compendio de la gastronomía burgalesa actual, no están todos los que deberían, pero éste es el primer paso de muchos que vamos a dar y en los que veremos a otros valores que ya están de la cocina de Burgos y a otros que, seguro, llegarán.

Gracias a los que han creído en este proyecto, antes, ahora y después

sábado, 7 de mayo de 2011

De la buena alimentación

Una de las primeras necesidades que tenemos al nacer es la de alimentarnos. Buscamos el líquido que nos una a la vida, bien con la lactancia natural o con la artificial, movidos por una especie de reloj interno que nos indica qué momento es el óptimo para comer y vivir. Puro instinto de supervivencia.
Esta reflexión surge después de haber tenido a mi hija, María. En sus diez días de vida, ya demuestra maneras y genio cuando quiere comer. No respeta tiempos y busca a su madre como su salvadora que es para que la matenga unida a este mundo a través del alimento.
Desde el mismo momento en que salimos del útero materno, necesitamos comer. Conforme vamos creciendo nos van educando el paladar con los primeros productos que podemos digerir. Más adelante, somos nosotros mismos los que decidimos qué preferimos para alimentarnos y buscamos complementar esa necesidad vital con otros elementos que satisfacen nuestros sentidos y nuestra gula. Vamos más allá del comer para vivir, y empezamos a investigar en qué carne, pescado, vino, fruta o verdura nos satisface más y convertimos ciertos caprichos en necesidades que vamos incorporando a nuestra vida de forma paulatina y determinante.
Esta educación alimentaria está ahora más sobrevalorada que en décadas anteriores en las que la gastronomía no estaba tan de moda como ahora. La evolución hace tiempo que llegó a la gastronomía y ¡bienvenida sea! porque nos ha permitido descubrir sabores y texturas que nos han abierto a nuevos mundos llenos de emociones y sensaciones.
Si desde que nacemos comenzamos a aprender, a paladear, no debemos dejar de hacerlo nunca, porque descubriremos nuevas formas y culturas que nos van a enriquecer y a despertar ciertos sentidos que, de otra forma, tendríamos dormidos.