domingo, 28 de agosto de 2011
Del buen servicio
Si nos quejamos de que los turistas no vienen, hay que hacer una buena campaña para que estos vengan, pero, una vez aquí, debemos conseguir que se sientan como en su casa. Hay que ofrecer siempre el mejor servicio, con los mejores productos y con la amabilidad por bandera; poner una cara simpática cuando entra un cliente consigue tanto o más que la mejor barra de pinchos.
Tengo ejemplos de restaurantes de Marbella, Llanes, Santander o de Almería, sólo por citar algunos lugares turísticos, en los que el dueño o relaciones públicas busca al cliente en la calle, le agasaja, le ofrece descuentos y el cliente se siente protagonista. Una vez dentro del local, nos podemos encontrar con mejor o peor comida, pero la sonrisa y la amabilidad han logrado sentarnos en su mesa.
Con esto no quiero decir que tengamos que ser sólo simpáticos y olvidarnos de la buena mesa. Hay que unir la amabilidad y lo mejor de nuestra cocina porque estas dos líneas maestras sumarán esfuerzos para que nuestros visitantes aumenten cada año.
sábado, 13 de agosto de 2011
Vuelta a los orígenes
Este año, mis circunstancias me han llevado a disfrutar de las vacaciones en el pueblo. A lo largo de estas semanas he visto cómo el rumbo de muchos de mis vecinos no ha cambiado: madrugones con comenzar a cosechar con el alba antes de que pegue de lleno el calor, el ir y venir de tractores con remolques primero llenos de grano y después de paja; la fruta que empieza a madurar en los árboles, los tomates que crecen en las matas…Esta visión llega a mí con otros ojos, los de una persona que ahora se interesa más por la gastronomía y que valora la importancia de contar con la mejor materia prima.
Cuando muchas veces se habla de la importancia de los buenos productos para elaborar los mejores platos, tendemos a ver ese producto sin más, sin percatarnos de la importancia que tiene que haya personas que miman esos mismos productos para que lleguen hasta nosotros. Muchas veces nos olvidamos del arduo esfuerzo que hay detrás hasta conseguir que al mercado llegue el mejor trigo, el tomate más sabroso, la lechuga más fresca o el cordero que, asado, será más jugoso.
Hay cierta gente que no se para a pensar en ese esfuerzo cuando ve las baldas y los lineales a rebosar de cualquier tienda, pero detrás de ese producto ya etiquetado hay un trabajo feroz ya sea de forma individual o en cooperativa que no siempre se reconoce.