miércoles, 17 de noviembre de 2010

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Ésta es una prueba.

jueves, 11 de noviembre de 2010

El placer de cocinar

¿Para quién cocinamos?. Es una buena pregunta. Seguramente, los cocineros profesionales nos dirán que cocinan, primero, por placer y, segundo, para satisfacer a sus clientes con el objetivo de que vuelvan a sentarse en sus mesas y así mantener el negocio. Ellos disfrutan trabajando con unos productos que ofrecen unas posibilidades increíbles; aplican técnicas que nos maravillan como clientes y que, más tarde, intentamos aplicar en nuestras casas.
Pero continúo con la pregunta: ¿Para quién cocinamos?, ¿Por qué cocinamos?. Cuando, en nuestras casas, nos tenemos que plantar ante los fogones para hacer la comida diaria, podemos cocinar para nosotros, nuestra pareja, nuestros hijos...Pero, ¿Por qué cocinamos?. Podemos cocinar solo para satisfacer nuestras necesidades de alimentación diaria, pero también podemos cocinar por placer. Sí, hay trabajos que pueden resultar placenteros.
Muchas de las personas que conozco, de lunes a viernes, cocinan por necesidad u obligación, mientras que el fin de semana lo hacen por placer y es, en estas citas, cuando más disfrutan. Algunos cocinan solo para ellos y otros para los demás. Todos ellos, me aseguran que es un placer insuperable disfrutar de esos platos elaborados más que de costumbre y que los demás reconozcan que lo que han conjugado en la cazuela, está delicioso.
Yo reivindico esta cocina placentera en la que, como los alquimistas, se combinan ingredientes distintos a la espera de un resultado sorprendente. Pero, ruego, al mismo tiempo que los comensales recnozcan el trabajo que se ha desarrollado en la cocina. Si el resultado es bueno, perfecto y si no es lo que esperamos, al menos, agradecer el tiempo en la cocina.