domingo, 28 de agosto de 2011

Del buen servicio

Hoy ha sido un día curioso. Esta mañana leía un medio de comunicación local en el que explicaban que el turismo en Burgos no acaba de despegar y había quien afirmaba que se necesitaba una imagen de marca, mayor promoción...Esta noticia me ha hecho reflexionar. Sí, es cierto que se necesita mejorar la imagen de Burgos en el exterior, realizar campañas promocionales atractivas y contar con los profesionales de la ciudad que se dedican a esto: la publicidad, el diseño y las ideas, para vender la imagen de Burgos fuera de nuestras fronteras provinciales. Pero lo que me ha sucedido a lo largo del día, ha hecho que llegue a otras conclusiones. Me explico. Esta hermosa mañana de domingo, la he dedicado a salir con mi familia, ya saben, a pasear y a tomarme un par de tapas; y la tarde, ha sido más comedida pero también he ido a un local hostelero de la ciudad para tomar un refrigerio. El servicio en ambos establecimientos ha sido bastante decepcionante. Ni un saludo a la llegada, ni a la salida; la amabilidad la he encontrado muy escasa y el servicio deficiente. Sé que muchos locales de la ciudad son distintos a lo que me he encontrado hoy, pero es bien cierto que hay bares y restaurantes en los que, a veces, debes pedir perdón por entrar ya que parece que el cliente molesta.
Si nos quejamos de que los turistas no vienen, hay que hacer una buena campaña para que estos vengan, pero, una vez aquí, debemos conseguir que se sientan como en su casa. Hay que ofrecer siempre el mejor servicio, con los mejores productos y con la amabilidad por bandera; poner una cara simpática cuando entra un cliente consigue tanto o más que la mejor barra de pinchos.
Tengo ejemplos de restaurantes de Marbella, Llanes, Santander o de Almería, sólo por citar algunos lugares turísticos, en los que el dueño o relaciones públicas busca al cliente en la calle, le agasaja, le ofrece descuentos y el cliente se siente protagonista. Una vez dentro del local, nos podemos encontrar con mejor o peor comida, pero la sonrisa y la amabilidad han logrado sentarnos en su mesa.
Con esto no quiero decir que tengamos que ser sólo simpáticos y olvidarnos de la buena mesa. Hay que unir la amabilidad y lo mejor de nuestra cocina porque estas dos líneas maestras sumarán esfuerzos para que nuestros visitantes aumenten cada año.

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